El efecto Castillo

Preocupa la ligereza con la que parte de los ciudadanos pondera los riesgos de una eventual aplicación del ideario de Vladimir Cerrón en el país, lo cual implicaría una intervención sin precedentes del Estado en la economía y la consecuente precarización de la calidad de vida de todos los peruanos.

Sin embargo, esto no sorprende, ya que el 30% de electores tiene menos de 30 años (Reniec) y, para ellos, la situación de permanente inestabilidad económica vivida hasta inicios de los noventa es desconocida. Subestimar este riesgo es un gran error que notarán más temprano que tarde. De hecho, lo empezaron a sentir.

El catalizador del golpe es la sostenida pérdida de confianza en Perú –tanto la nuestra como la del resto del mundo–, la cual terminará de desaparecer ante la eventual llegada al poder de un gobierno comunista. Considerando que no existe nada más cobarde que un dólar, la fuga de capitales resultará inminente y el tipo de cambio difícilmente tendrá techo. Te afectará más de lo que crees.

Por ejemplo, hacia el 11 de abril, antes de la primera vuelta electoral, el tipo de cambio fue de S/3.65 y el precio promedio del pollo vivo era de S/4.45 por kg (Sisap). Ayer, a poco más de un mes de la segunda vuelta, con Castillo liderando las encuestas, el tipo de cambio tocó los S/3.84 y el precio del pollo llegó a S/5.85.

El efecto Castillo (sin que sea presidente) ya nos empobreció en términos reales, porque nos encareció el pollo en 31%. Imaginen qué pasará si ocurre el infortunio de su eventual llegada a Palacio de Gobierno. La generación de la cual soy parte aprenderá a la mala a valorar la estabilidad macroeconómica.

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