Francke empezó el año publicando una columna en la que, sin un ápice de vergüenza, no dudó en insinuar haber sido el artífice del crecimiento de 13% de la economía durante su gestión (El Comercio, 03.01.22), lo que linda con la deshonestidad por omitir los efectos rebote, precios internacionales, impulso fiscal del plan de reactivación, etc.
También, se ufanó del ‘récord’ de la inversión pública de 39,000 millones de soles, pero fue un tantito descarado al omitir selectivamente que el impulso del gasto ocurrió durante los primeros meses del año y que durante el último trimestre, en su gestión, esta se contrajo en un sólido 5%.
El problema con el ministro de Economía es que, aparentemente, vive desconectado de la realidad, y no me refiero solo a su pésima lectura de cifras macroeconómicas, sino a que impulsa políticas públicas basándose en un optimismo desmesurado, que no tiene asidero en datos.
Específicamente, me refiero a la insistencia de incrementar la carga presupuestal a punta de decretos de urgencia, lo cual ya ha sido advertido por el Consejo Fiscal como una “mala práctica que (…) resta transparencia al manejo de la política fiscal”.
La buena noticia es que la Comisión de Constitución pretende aterrizar al MEF al buscar derogar dos decretos de urgencia que, en conjunto, implicarían un gasto adicional por S/5,900 millones al presupuesto.
La regla fiscal no está de adorno, sino que busca evitar que funcionarios imprudentes hipotequen el futuro con un gasto desmedido, el cual tendrá que ser financiado por las futuras generaciones, que no han elegido a este gobierno, ya sea con más impuestos o inflación. A ver si se entera el ministro.