Desde el inicio, gran parte de los nuevos congresistas se dedicó a socavar las incipientes instituciones de libre mercado, destruir la estabilidad jurídica y tratar de convertir al Perú en un país de saqueadores. Si bien denegar la confianza al gabinete de Cateriano fue democrático, supone un error por la inestabilidad que genera en esta terrible coyuntura.
A pesar de haber reaccionado con celeridad y severidad frente a la pandemia, hoy somos el décimo país del mundo con más contagios y el sexto con más muertes acumuladas por millón de habitantes (OWD). En el camino, optamos por destrozar la economía, empujando a millones de peruanos a la pobreza, situación que necesariamente debemos revertir.
Por si fuera poco, esta vez no podremos depender de nuestros socios internacionales, ya que el mundo entero está entrando en un contexto recesivo de magnitudes bíblicas. Este año, se espera que el 92% de países entre en recesión, lo que deja lejos la magnitud de economías recesadas en 1931 (84%) y 1932 (75%), después de la Grand Depresión (WB).
Es en este contexto en el que el Ejecutivo y el Legislativo deben sumar esfuerzos para evitar que la vida de los peruanos siga empeorando. Para ello, pueden priorizar los US$1,900 millones en proyectos de inversión y US$4,800 millones en proyectos mineros que tenemos para este año. Asimismo, pueden priorizar los S/13,000 millones de canon no utilizado para reforzar nuestro sistema de salud y de saneamiento, entre otras cosas.
Si nuestros políticos siguen tomando este tipo de decisiones, en cuestión de un par de décadas terminaremos envidiando la calidad de vida de países africanos.